lunes, 8 de septiembre de 2008

LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA EN EL CONTEXTO INTERNACIONAL Y EUROPEO DE LOS AÑOS TREINTA

La fragilidad del sistema de relaciones internacionales surgido de 1918 es el origen de la crisis del orden europeo que surge a partir de 1936. El organismo encargado de mantener la paz y el orden internacional era la Sociedad de Naciones. A partir de 1929, con la importante crisis económica que desatada, se terminó por romper el precario equilibrio existente en el sistema de relaciones internacionales.


La principal amenaza contra el precario equilibrio europeo fueron los regímenes fascistas implantados tanto en Alemania como en Italia. Estos regímenes eran partidarios de una política exterior beligerante y apostaban por una revisión del status quo. Estas pretensiones de Alemania e Italia chocaban con los intereses de las dos principales potencias beneficiarias y garantes del status quo en el viejo continente, Francia y Gran Bretaña. Sin embargo, este temor franco-británico hacia Alemania e Italia estaba eclipsado de otra preocupación, la de la Unión Soviética. Como afirma Moradiellos, existía la convicción de que el estallido de otra guerra general europea sólo serviría para desencadenar nuevas revoluciones sociales y extender el comunismo. En la Europa de entonces se disputaban la primacía tres modelos de sociedad (el democrático, el fascista y el comunista) y que en la percepción de los dirigentes de las potencias democráticas no estaban claro si la mayor amenaza potencial era la de las potencias fascistas o la de la Rusia comunista. Stalin buscó un entendimiento diplomático y militar con las potencias democráticas para contener la amenaza alemana y evitar una posible coalición de estados capitalistas contra la URSS. En esta época hay que tener en cuenta también el peligro expansionista japonés en Asia oriental.


En este inestable contexto, el primer golpe lo dio Japón al ocupar en 1931 la provincia china de Manchuria. Dos años después, Hitler retira a Alemania de la Sociedad de Naciones e inicia un intenso programa de rearme. En 1935 Mussolini ocupa violentamente Abisinia y en marzo de 1936 Hitler ordena la remilitarización de Renania, estratégica provincia fronteriza con Francia. Ninguno de estos actos fue contenido de forma efectiva por Francia y Gran Bretaña, que confiaban en evitar un nuevo enfrentamiento armado y de lograr, como afirma Moradiellos, un reacomodo de las pretensiones italianas y alemanas en el concierto europeo e internacional.


Como afirma Juan Avilés Farrés en Las grandes potencias ante la guerra de España, el contraste entre Hitler y Mussolini, dispuestos a recurrir a la guerra para el engrandecimiento de sus respectivas naciones, y la de los gobiernos británico y francés, dispuestos a muchas concesiones (pero no a todas) para evitar una guerra europea, es uno de los factores fundamentales para entender la dimensión internacional del conflicto español. Por otra parte mencionar la política aislacionista de Estados Unidos, que tras haber contribuido decisivamente al resultado de la I Guerra Mundial estaban resueltos a no implicarse en una eventual repetición de la misma, reforzaba la tendencia franco-británica hacia la prudencia.


Es en este contexto en el que hay que situar la Guerra Civil Española, en la que la respuesta anglo-francesa se orientaría hacia una política de apaciguamiento general.


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