jueves, 14 de agosto de 2008

LAS MISIONES JESUÍTICAS GUARANÍES

A su llegada a América, los jesuítas, como otras órdenes religiosas, se van a dedicar a adoctrinar a los indígenas en la fe cristiana y enseñarles las costumbres y tradiciones españolas. Para ello, van apostar por reducirlos en misiones como las que crearán en el noreste de la actual argentina, en Paraguay y en el sur de Brasil.

La característica más notable de estas poblaciones es quizás su aislamiento. Así, los jesuitas se instalaron en esta región en 1631, y aunque se reconocen inmersos en el sistema colonial, va a plantear una forma de acercamiento a los aborígenes totalmente diferente. Apuestan por el método de la reducción pero sobre una serie de supuestos como la ausencia de malocas y de entradas de bandeiras y dejando a los indios libres de la mita. Poco a poco se irá logrando la unión de diferentes grupos y la primitiva reducción.


Conjunto jesuítico de Nuestra Señora de la Candelaria en Argentina.


El territorio de las misiones guaraníes, dividido en dos grupos de pueblos, sería blanco de disturbios, ataques y hasta de decisiones políticas. Así, cuando a mediados del siglo XVIII se reconoció con Portugal la entrega de la colonia del Sacramento, se dieron en trueque los siete pueblos que estaban al oriente del río Uruguay. Poco a poco, se fue logrando una adecuación constante entre el aporte europeo y el guaraní. Sin embargo, las misiones se iban alejando poco a poco de la práctica colonial general y van apareciendo como una verdadera utopía.

Tras el destierro de los jesuitas en 1768 los pueblos pasarán a tener una organización opuesta a la tradicional, y en breve tiempo se despoblarán y arruinarán.

Ruinas jesuíticas de San Miguel Arcángel en Brasil.

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